El Papa subraya la dignidad de cada vida humana, creada a imagen de Dios

Benedicto XVI ha tenido la oportunidad de encontrarse con jóvenes enfermos y con discapacidad en el acto que ha tenido lugar en la Fundación-Instituto San José con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud. En referencia al sufrimiento de estos jóvenes se ha interrogado: “¿Puede seguir siendo grande la vida cuando irrumpe en ella el sufrimiento?” Para dar respuesta a esta pregunta ha remitido a Cristo, su Madre Dolorosa y los santos porque “son los testigos que nos enseñan a vivir el drama del sufrimiento para nuestro bien y la salvación del mundo”.

Durante su discurso, el Papa ha resaltado “la dignidad de cada vida humana, creada a imagen de Dios”. Además de destacar que “ninguna aflicción es capaz de borrar esta impronta divina grabada en lo más profundo del hombre”.

Dirigiéndose a los religiosos, familiares y cuidadores de estos jóvenes les ha dicho que su “vida y dedicación proclaman la grandeza a la que está llamado el hombre: compadecerse y acompañar por amor a quien sufre, como ha hecho Dios mismo”. También les ha animado a mirar al que padece “con ojos limpios, para darle, además de las cosas externas que precisa, la mirada de amor que necesita”.

En las palabras dedicadas a los jóvenes discapacidad de este centro ha destacado el papel protagonista que les ha asignado como constructores de una nueva civilización del amor declarando: “vosotros contribuís decididamente a edificar la civilización del amor. Más aún, sois protagonistas de esta civilización”. De ellos ha dicho que, “de manera misteriosa pero muy real, su presencia suscita en nuestros corazones, frecuentemente endurecidos, una ternura que nos abre a la salvación”.